CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE OLITE
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HISTORIA
Quiere la leyenda que sea el propio San Francisco de Asís el fundador del convento de Olite, de paso en su peregrinación a Santiago de Compostela (h. 1213-1214). El primer documento que confirma la presencia de los «frayres menores» data de 1243 y figura en un testamento del archivo de la iglesia de San Pedro. La representación de San Francisco en un capitel de la portada de la iglesia de Santa María apoya la relación del santo con Olite.
Los monarcas navarros, muy presentes en Olite, eran devotos y favorecieron a la orden por medio de aportaciones económicas para las obras, manutención, ayudas para estudios en universidades francesas, fundaciones pías y funciones religiosas.
Desde sus orígenes formó parte de la Provincia de Aragón, dentro de la Custodia de Navarra, pasando en 1565 a formar parte de la de Burgos con el cambio de la regla mitigada del Conventualismo a la austeridad de la Observancia. En 1745 la comunidad se transforma en «Colegio Apostólico» para formar y enviar misioneros por diversos puntos de España y América.
También sufrió las transformaciones sociales y políticas de los tiempos. Fue utilizado como hospital durante la guerra de la Convención (1795) y en la segunda guerra Carlista (1872-1876), y conoció la exclaustración de los frailes y la destrucción parcial del convento durante la guerra de la Independencia. Nuevas medidas de exclaustración dictadas por gobiernos liberales (1836) convirtieron el convento en «Casa de Venerables» permaneciendo los frailes sexagenarios. En el momento de la restauración definitiva de la orden en 1880 solamente quedaban dos padres. Desde esa fecha el convento pasa a formar parte de la Provincia de Cantabria/Arantzazu, dedicándose como casa de estudios de teología y filosofía hasta 1976.
La comunidad franciscana ha estado abierta al pueblo y ha sido fundamental su aportación al desarrollo de la vida social, cultural y religiosa de la localidad.
CONSTRUCCIÓN
La primera morada de los frailes sería un edificio modesto conforme a la condición austera de la orden; pero ya en el siglo XIII reciben el apoyo económico de Teobaldo II para las obras y en tiempos de doña Juana y Carlos II se culminaría la construcción del convento. De época de Carlos III y su hija Doña Blanca (siglo XV) corresponde la actual portada y sepulcros góticos.
El convento sufrió desperfectos tras la orden del cardenal Cisneros de destruir las fortalezas y castillos de Navarra en 1516. El deterioro se agravó con el tiempo, afectándole el terremoto de Lisboa de 1755, haciendo necesaria su reconstrucción total ante el grave peligro que presentaba.
La obra del convento actual se llevó a cabo entre 1749 y 1757 y la iglesia entre el 1757 y 1763. Llevó la iniciativa el Padre Fray Francisco Javier de Cadiñanos, encontrando la ayuda de los navarros residentes en Madrid, fundamentalmente del olitense Don Alejandro Vega, Marqués de Feria, y el baztanés Don Francisco de Mendinueta, y la colaboración decisiva del monarca Fernando VI. Colaboró el virrey de Navarra Don Francisco de Paula Bucarelli y el pueblo de Olite con aportación económica y de mano de obra. En 1766, por acuerdo del monarca Carlos III, conmutan la huerta conventual, por el Jardín del Rey.
LA IGLESIA
EXTERIOR:
El escudo de Carlos III preside la fachada conventual donde se abre la portada gótica (h. 1420-1425) consistente en un arco apuntado con tres arquivoltas que descansan en finos baquetones con capiteles de follaje. El tímpano acoge un Calvario con el Crucificado entre la Virgen y San Juan. Un grupo de extraordinario valor artístico. Destaca el realismo del Cristo, el dolor de la Virgen y la belleza y expresividad del rostro de San Juan. La obra se atribuye al taller de Jehan Lome de Tournay. Dos hornacinas, hoy vacías, albergaban a San Francisco de Asís y a Santiago peregrino. La arquivolta exterior descansa en ménsulas decoradas con un ángel que porta un escudo con las armas de Doña Blanca de Navarra y Don Juan de Aragón.
INTERIOR:
El proyecto inicial pertenece al dominico Fray Marcos de Santa Rosa, revisado y modificado por Francisco Ibero y ejecutado por el maestro de obras Manuel de Espinosa. La iglesia presenta planta de cruz latina con cabecera recta, amplio crucero y tres capillas laterales. Se cubre con una bóveda de cañón con lunetos y sobre el crucero una gran cúpula decorada en la clave con el escudo de su gran benefactor Fernando VI. Las pechinas albergan esculturas de misioneros franciscanos.
Enmarcan la puerta de entrada dos sepulcros góticos de buena labra con decoración heráldica. Acogen las figuras yacentes de personajes de la corte de Carlos III. El sepulcro de la epístola conserva los escudos medievales de Pedro Pérez de Andosilla y alberga un San Miguel plumífero y las imágenes de Santiago y San Francisco procedentes de la portada. La calidad y la época de ejecución (1415-1440) permiten atribuir su autoría al taller de Jehan Lome de Tournay.
En el presbiterio se localiza un sepulcro perteneciente a Doña Aldara de Arellano, esposa de Don Carlos de Mauleón, señor del castillo de Rada, patronos de la capilla mayor. Dos escudos de la familia Mauleón en madera policromada revisten especial interés.
RETABLOS:
Retablo neoclásico de la Soledad (1799). Una Dolorosa de vestir realizada hacia 1887 por el artista valenciano Ricardo Soria se acompaña de dos tallas modernas de Cristo a la columna y el Ecce Homo En el ático el Santo Cristo de Olite, talla articulada de finales del XV con influjos hispanoflamencos.
Retablo de Santa Rosa de Viterbo. Obra regalada por doña Bernarda Munárriz en 1749, atribuida a Luis Salvador Carmona, destacado escultor madrileño y uno de los fundadores de la Real Academia de San Fernando.
Retablo de San José (retablo de los santos navarros). Presenta a San José entre San Fermín y San Saturnino y en el ático San Francisco Javier. Exhibe las armas de su benefactor Francisco de Mendinueta.
Retablo de la Virgen de las Misericordias. Imagen de vestir barroca realizada hacia 1749 atribuida a Luis Salvador Carmona. En el ático talla barroca (XVII) del Niño Jesús.
Retablo de San Antonio de Padua. Imagen tallada en 1765 siguiendo modelos rococó, atribuida a Luis Salvador Carmona. La Virgen del Pilar del ático es moderna. Escudos del patrono Marqués de Feria flanquean el sagrario.
Retablo mayor de estilo rococó realizado en 1773 bajo la dirección del tallista franciscano Manuel Ortega. La escultura se le encargó a Juan de Labat y Phelipe, artista francés. Preside el retablo la Virgen del Cólera, de gran devoción popular (26 de agosto). El cuerpo central lo ocupa la Estigmatización de San Francisco, obra del escultor de Estella Lucas de Mena en 1779. A sus lados los obispos franciscanos San Luis de Anjou y San Bienvenido. En el ático se alza el crucificado sobre el lienzo de la Virgen y San Juan entre las tablas de Santo Domingo y Santa Clara.
La bóveda se decora con pinturas murales de finales del siglo XVIII obra del pintor cascantino Diego Díaz del Valle. Se representan las escenas de San Francisco llevado en triunfo en un carro de fuego entre los Evangelistas, Cristo dando la Regla a San Francisco y la Porciúncula. En los laterales pinturas de San Francisco ante el Papa y la Muerte de San Francisco.
Retablo rococó de San Buenaventura (1770). La mazonería es obra de Manuel Zufía y la imagen del estellés Lucas de Mena. En el ático la Virgen de Arantzazu.
Retablo rococó de San Francisco de Asís. La imagen de San Francisco se le atribuye a Luis Salvador Carmona. Le acompañan San Luis rey de Francia, Santa Isabel de Hungría y San Roque en el ático.
Retablo de San Diego de Alcalá, barroco de la segunda mitad del siglo XVII.
Mural de Jesucristo como defensor de la vida, en especial del niño, obra del Padre Xavier Álvarez de Eulate.
El piso superior del claustro acoge la obra pictórica de Padre Xavier Álvarez de Eulate, llevada a cabo en el convento desde 1961.