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MONASTERIO DE SANTA ENGRACIA

1228 Pamplona – Olite 2008.Monasterio de Santa Engracia de Olite

La comunidad de hermanas clarisas del monasterio de Santa Engracia de Olite es heredera de la rica historia y patrimonio del monasterio de Santa Engracia de Pamplona. Desde 1804 habitan en lo que anteriormente fuera casa-hospital mayor de la orden de San Antonio Abad.

MONASTERIO DE SANTA ENGRACIA – PAMPLONA 1228-1794

El convento de Santa Engracia de Pamplona tiene el honor de ser el primer convento de clarisas fundado fuera de Italia, todavía en vida de Santa Clara.

Sobre su origen se cuestiona si fue consecuencia del paso de San Francisco de Asís hacia Santiago de Compostela, del establecimiento e intervención de frailes franciscanos asentados en Pamplona o si pamplonesas acudieron a Asís a conocer el ejemplo y modo de vida propuesto por Clara. Lo cierto es que ya antes de 1228 había seguidoras de Clara en Pamplona que llevaban un género de vida de piedad en el beaterio bajo la advocación de Santa María de las Vírgenes. La bula fundacional del convento de Pamplona es del 12 de abril de 1228 dada por el Papa Gregorio IX.

El monasterio quedó bajó la jurisdicción directa de la Sede Apostólica, a excepción de los sacramentos, y con la condición de tributar todos los años una libra de cera al obispo diocesano en la fiesta de la Asunción. Los franciscanos llevarán la dirección espiritual.Claustro de Santa Engracia de Olite

Elías David y su esposa Laura Cruzat son los bienhechores donantes del terreno «a María y a sus sores para edificar un monasterio en honor de Santa Engracia, encima del molino del Mazón, en el camino público de Zandúa, término de Pamplona». Comenzó a construirse a partir de 1231. El obispo don Remiro, hijo de Sancho VII «el Fuerte», se reserva la dedicación de la iglesia a Santa Engracia, la consagración de altares y la bendición de las monjas.

Los papas muestran especial atención y protección al monasterio de Pamplona. Solamente del siglo XIII se conservan en el convento un conjunto de 78 bulas: 13 de Gregorio IX; 32 de Inocencio IV; 16 de Alejandro IV; 5 de Urbano IV; 11 de Clemente IV, y 1 de Martino IV. Además de definir las «normas de vida», concedieron exención de alcabalas y diezmos, facultad para poseer bienes, ampliación de la Regla para poder beber vino y comer carne, indulgencias a los fieles que ayudaran o rezaran en el convento, derechos de sepultura, etc.

También los monarcas navarros, desde Teobaldo I, demostraron con donaciones y exenciones su protección hacia el convento.

El convento en la Edad Moderna:

En la primera mitad del siglo XVI se vio alterada la tranquilidad de la vida monástica. El convento, situado extramuros, sufrió el asalto y los desmanes primero del ejército castellano y después de la soldadesca alemana que formaba parte del ejército que intentó la recuperación del reino para los monarcas navarros en 1512.

Fueron tiempos de reformas. La relajación de la moral y las costumbres, la división franciscana entre conventuales y observantes, las disposiciones del Concilio de Trento y las controversias internas sobre el mandato de abadesa dieron lugar a reformas y cambios importantes. El Papa Paulo IV pone al monasterio bajo la obediencia, visitación y cuidado del Obispo diocesano en 1556 y los franciscanos renuncian a la dirección espiritual de la comunidad como lo habían hecho desde su fundación.

Pero si por algo se distinguieron las clarisas a lo largo del tiempo fue por su vida de piedad, sencillez y amor a Dios. En los siglos XVI y XVII van a distinguirse diversas religiosas de apellido Cruzat, emparentadas con San Francisco Javier. Una de las más destacadas fue María Pérez de Jaso y Azpilicueta. Profesó siendo ya viuda y madre de 9 hijos. Entró en el convento, estando ya su hija Rosa Cruzat, que fue una de las célebres abadesas a las que les tocó la reforma. Una lápida de bronce en la iglesia las recuerda. Continuó el cargo de abadesa su prima Ana Cruzat.

Las donaciones reales, las aportaciones de las monjas (profesaron de linajes nobles), y las donaciones de los fieles posibilitaron la posesión de bienes en número elevado.

MONASTERIO DE SANTA ENGRACIA – OLITE 1804 …

Demolición del convento y traslado a Olite:

La desgraciada práctica en tiempos de guerra de destruir posibles lugares estratégicos situados extramuros, donde el enemigo pudiera hacerse fuerte, fue la causa de la destrucción total del convento de Pamplona y nueve casas de las monjas ante la amenaza de la guerra de la Convención con Francia.

La salida de las monjas se produjo el 17 de octubre de 1794 y la destrucción del convento en mayo de 1795. Hasta su instalación definitiva en Olite pasaron una semana en las Beatas de Santo Domingo de Pamplona, después ocho meses en el convento de clarisas de Tudela y cerca de ocho años en unos edificios habilitados en Villaba.

El 2 de octubre de 1804 llegaron a Olite 22 hermanas y una novicia. A la nueva estancia trasladaron todos los bienes del monasterio de Pamplona. A destacar el archivo, numerosos cuadros y las imágenes de Santa Engracia, Santa Clara y San Francisco de Asís que presiden el altar mayor.

Desamortización de Mendizábal:Santa Engracia

Uno de los momentos más duros para la comunidad fue la desamortización de Mendizábal de 1837. Fueron desposeídas de todos los numerosos bienes acumulados a lo largo de los siglos: eran poseedoras de los señoríos de Beroiz y Elegui, más de 1.000 robadas en diversos pueblos, siete casas, y un cuantioso capital en censos.

Por el mismo motivo el monasterio acogió a la comunidad de religiosas Concepcionistas de Lerín entre los años 1837 y 1852.

La fundación de Lecumberri:

En 1895 la comunidad de Olite hizo realidad la propuesta del matrimonio José María Juanmartiñena y Juana Josefa de fundar un convento de clarisas en Lecumberri. El 11 de octubre de 1895 se fundó el convento de Lecumberri con ocho hermanas procedentes de Olite.

Actualmente la comunidad se compone de 12 hermanas profesas. Como contemplativas su función primordial es la oración, de alabanza al Señor y de intercesión, la fraternidad, amándose mutuamente en la caridad de Cristo y el trabajo, actualmente de confección textil.

EL CONVENTO:

Situado extramuros, el convento es una fundación del siglo XIII reconstruido casi en su totalidad entre 1607 y 1612 por el maestro de obras Miguel de Celaya. En 1718 se efectuaron obras de importancia, fecha inscrita en el dintel de la puerta interior de la entrada.

La fachada presenta sencilla estructura conventual con espadaña. En el centro se abre un nicho semicircular y en una hornacina la talla de Santa Clara.

Preside la fachada, sobre la puerta de acceso, un escudo de Navarra-Evreux en alabastro. Está coronado y en la parte inferior cuelga una Tau. Sobre el dintel de la puerta de entrada destaca un escudo con las armas de Navarra-Evreux con la fecha de 1718 en la base.

LA IGLESIA:Retablo de Santa Engracia

La obra medieval se manifiesta en la nave de la iglesia. Consta de cinco tramos desiguales más la cabecera recta. La nave se cubre con una bóveda de medio cañón con lunetos del siglo XVII. El edificio primitivo tuvo emplazados los contrafuertes al interior formando diversas capillas. Sorprende que al ampliar la iglesia en el XVII cambiara la orientación de la iglesia.

El retablo es de estilo rococó propio de la segunda mitad del XVIII. De cuerpo único dividido en tres calles por columnas estriadas. Destaca la talla de Santa Engracia de comienzos del siglo XVII que ofrece una combinación de romanismo y naturalismo. La Santa, de elegante y clásico porte, tiene una hermosa cabeza de rostro dulcemente idealizado y complicado peinado a lo que hay que añadir lo elaborado de la indumentaria. En las hornacinas laterales se alojan San Francisco de Asís recibiendo los estigmas (romanismo pleno) y Santa Clara del siglo XVII portando un ostensorio barroco. Las tres figuras están recubiertas de una cuidada policromía.

Son antonianas las imágenes del ático: San Antonio Abad, San Miguel y San Pedro ermitaño contemporáneas del retablo, por el contrario, David y Moisés, situados a los lados, son tallas romanistas. El altar presenta un águila bicéfala con la Tau en el centro.

En el lado del Evangelio cuelga un lienzo barroco del XVIII de San Agustín envuelto en una rica capa pluvial.

En una de las capillas del lado de la epístola se encuentra una impresionante imagen del crucificado, de estilo hispano-flamenco de hacia 1500. De tamaño mayor que el natural, se trata de un Cristo vivo de excelente calidad y fuerte expresión dramática: rostro de ojos hundidos, boca entreabierta y cabellos largos de lineales rizos ondulantes. Muestra una gran potencia anatómica.

En el centro del coro bajo se encuentra la lápida sepulcral de María Pérez de Jaso y Azpilicueta, hermana de San Francisco Javier y mujer de Juan de Cruzat, que ingresó al enviudar permaneciendo en el convento el resto de su vida junto a su hija Rosa (abadesa) y rodeada de un buen número de nietas. El sepulcro conserva el escudo de los Cruzat y la siguiente inscripción: «Aquí yacen los cuerpos de (María Périz, viuda) y religiosa que fue, y de Rosa Cruzat, su hija y abadesa reformadera que fue de este monasterio de Santa Engracia, la cual murió el día de la Ascensión, 1575».

En clausura se conserva una talla barroca de San Antón y una preciosa imagen de la Inmaculada con la Tau en la base. La sacristía luce una espléndida cajonería con los signos antonianos (la Tau, el báculo y la campanilla), un crucificado y las imágenes de los santos médicos San Cosme y San Damián.

En clausura se conserva parte del claustro renacentista del siglo XVI.